¬ÝªO: education ¡· ±Ð¨| -- ¦Ê¦~¤jp ªO¥D: |
¾\Ū¤å³¹¡G ²Ä 5514/7167 ½g | ¤W½g | ¤U½g | ¦^ÂÐ | Âà±H | Âà¶K | m H d | ªð¦^ |
µo«H¤H: IVAN VALAREZO <valarezo7@hotmail.com>, ¬ÝªO: education ¼Ð ÃD: (IVÁN): EL SEÑOR NOS FAVORECE EN SUS DÍAS FESTIVOS µo«H¯¸: n/a (Sun Dec 17 06:11:48 2006) Âà«H¯¸: Lion!news.nsysu!news.cis.nctu!news.ee.ttu!news.ntu!news.ndhu!not-for-ma Origin: user-12ld1is.cable.mindspring.com Sábado, 16 de diciembre, año 2006 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica (Este Libro fue Escrito por Iván Valarezo) EL SEÑOR NOS FAVORECE EN SUS DÍAS FESTIVOS Ciertamente la ira de nuestro Padre Celestial es sólo por un momento, pero su "amor y su favor" dura toda la vida, en la vida del hombre obediente a su nombre sagrado. Puesto que, por la noche, como siempre, dura el llanto del corazón agobiado por las tinieblas de su mal eterno, sin el amor de Cristo en su corazón; pero al amanecer vendrá la alegría de Dios a su vida, cuando por fin ha encontrado su única verdad salvadora, en Cristo Jesús, Señor nuestro. En verdad, la ira de nuestro Dios no es para siempre en ninguno de nosotros, por más viles que seamos ante él; porque si nosotros aceptamos a su Hijo amado en nuestros corazones, como nuestro único y suficiente salvador de nuestras vidas, entonces lo que era antes ira, ahora es amor eterno. Un amor bendito, sin par alguno, de nuestro Dios y de su Hijo amado, que sólo el Espíritu de Dios lo conoce, desde las alturas, desde siempre, desde tiempos inmemoriales, es decir, desde los primeros días de la antigüedad, por ejemplo, (todo esto lo que haya sido para Dios y para su reino eterno) y hasta nuestros días. Amor celestial e infinito, como lo indican sus adjetivos, por ejemplo, que no tiene principio ni tampoco fin en Dios, ni en ninguno de sus seres amados, creados por su palabra, por su nombre sagrado como ángeles celestiales y por sus manos santas, como Adán y sus descendientes, en el paraíso y por toda la tierra de nuestros días, también. Por lo tanto, su amor y su favor eterno son para vida eterna, en nuestras vidas, por amor a la vida santa y eternamente gloriosa, de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, en la tierra y en el reino de los cielos, también, para siempre. Y es precisamente éste espíritu de amor y de favor infinito, por el cual Dios nos ha redimido del poder terrible de cada una de nuestras enfermedades infinitas y de su muerte, en la tierra y en el fuego eterno del infierno, también. Por eso, la ira de Dios ya no tiene poder alguno en nosotros, si permanecemos fieles al nombre bendito de su Jesucristo, por ejemplo, en nuestros corazones cada día de nuestras vidas por la tierra. Además, la ira de Dios es por causa de la maldad, del corazón perdido de Lucifer, el cual quiso exaltar su nombre inicuo más alto que el nombre sagrado de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, en el corazón de todos los seres creados por su palabra divina, en el reino de los cielos. Y esto fue un error terrible para Lucifer y para cada uno de sus seguidores, en sus millares, en el reino de los cielos y en la tierra, también, como hombres y mujeres de gran pecado y de gran maldad infinita, en sus vidas terrenales y pecadoras, sin Cristo y sin el favor de Dios en sus corazones ciegos, por ejemplo. Pero nosotros no fuimos creados por la palabra de Dios, sino por sus manos santas; por lo tanto, no somos de las tinieblas de Lucifer, sino de la luz viviente de su corazón santo y de sus más sublimes pensamientos, de amor y de felicidad infinita, en el reino de los cielos y en toda su creación, también. Por esta razón, nuestro Dios siempre piensa en ti, con "pensamientos de bien eterno" y no de juicio final, por ejemplo, por tus culpas, por tus pecados para condenarte, sino todo lo contrario. Por ende, Dios piensa en ti, "porque has estado por siempre, desde el comienzo de todas las cosas, en el más allá del reino de los cielos, en su corazón y en su mente, para formarte y para llenarte de su vida sagrada con todas sus más ricas bendiciones, celestiales y terrenales también, en Cristo Jesús, salvador nuestro". Y como nuestro Dios nos ha creado por amor a sus más sublimes pensamientos de su corazón, por amor a la vida y a la felicidad infinita de su reino, entonces el pecado no tiene un efecto eterno en ninguno de nosotros, como lo tiene, por ejemplo, en el corazón de Lucifer o de los ángeles caídos del más allá. Es decir, que el pecado aunque es destructor en nuestras vidas, así como lo es para con los ángeles caídos del más allá, pues aun así tenemos "la esperanza del perdón" de nuestro Dios, sólo por medio de la vida y de la sangre bendita de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, viviendo en nuestros corazones, como hoy en día. Por lo tanto, ésta esperanza de vida y de felicidad infinita es exclusiva sólo para los hombres, mujeres, niños y niñas de la humanidad entera, de todos ellos que le amen a Él, en el espíritu y en la verdad infinita del nombre sagrado de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Por esta razón, la ira de Dios no se puede apartar de la vida pecadora de Lucifer o de sus ángeles caídos, por ejemplo, pero si del hombre, si tan sólo cree en su corazón y así confiesa con sus labios su nombre bendito y eternamente salvador de su vida, en la tierra y en el paraíso, también, para siempre. Y esto es algo, que Dios ha hecho maravilloso por amor a su nombre santo, por Adán y por cada uno de sus descendientes eternos, comenzando con Eva su esposa, por ejemplo, en el paraíso y en toda la tierra, de nuestros días y de siempre. Entonces si la ira de Dios está en tu vida, mi estimado hermano o mi estimada hermana, en verdad, ha de ser por tan sólo un instante, un corto tiempo de duración, y no te hará ningún daño eterno, sino que te "corregirá lo necesario" de tu pecado y de tu locura, de haber pecado en contra de Él. Porque Dios mismo la apartara de tu vida, para no destruirte como destruyo a los ángeles caídos, en el día que pecaron en contra de su Árbol de vida eterna, el Señor Jesucristo, por ejemplo, al intentar humillar su nombre santo en los corazones de los ángeles; algo que jamás debió haberse hecho al nombre de Jesús en el cielo. Porque es la ira de Dios que destruye el pecado junto con el pecador o pecadora, si él o ella no se apartan de su mal eterno, arrepintiéndose de su mal ante su Dios y ante su Árbol de vida eterna, el Señor Jesucristo. Porque en el día que Adán peca, como Lucifer lo había hecho siglos antes, entonces la ira de Dios salió de la santidad de nuestro Padre Celestial, con gran dolor en su corazón y en su alma santa. Y así como nuestro Padre Celestial derramo su ira por culpa del primer pecado de Lucifer y luego de Adán también, en el reino de los cielos, causándole gran dolor en su vida, como jamás lo había experimentado en todos los días de su vida de perfecta santidad, en el cielo. Entonces el Espíritu Santo de Dios se derramo poderosamente sobre toda la tierra, para subyugar eternamente y para siempre, a cada uno de los poderes eternos del pecado, para que la ira de Dios no destruya el cielo y toda la tierra, también, junto con él. Y como el Espíritu de Dios se derramaba sobre toda la tierra, por causa de la ira de Dios, en contra de las profundas tinieblas de Lucifer y de sus ángeles caídos, por ejemplo, entonces Dios hacía esta gran obra sobrenatural, para "preparar el camino" del hombre hacia su encuentro personal, con su Árbol de vida, su Hijo amado. Porque sólo el Señor Jesucristo es el salvador perfecto de su vida infinita, en la tierra y en el paraíso, también, para siempre. Aquí es, cuando nuestro Dios "manifiesta su amor infinito y su dolor", a través de su Hijo amado, cuando sufría momento a momento derramando su sangre santa, en vez de su ira divina, colgando de la cruz con clavos, en sus manos y en sus pies, sobre la cima de la roca eterna, en las afueras de Jerusalén, en Israel. Porque en el paraíso nuestro Dios derramo su ira, con gran dolor en su corazón en toda su alma santa, por culpa del pecado. Pero en el Gólgota, Dios mismo, una vez más, a través de su Hijo, "su más alto sacrificio por la humanidad entera", entonces derrama su amor y su favor infinito, es decir, su sangre de vida eterna. Para dejarle saber a Adán y a cada uno de sus descendientes, en sus millares de todas las familias, naciones y pueblos, cuanto había sufrió su corazón y su alma herida por el pecado cometido en contra de él, en el paraíso y consiguientemente día y noche por toda la tierra, también, hasta nuestros tiempos, por ejemplo. Es decir, que el amor y el favor eterno de Dios y la gracia salvadora de su fruto de vida eterna, de su Árbol Viviente, está en ti y en cada uno de los tuyos, también, si sólo le crees a Él y a su promesa bendita, su palabra viva, en tu corazón, en el nombre de su Jesucristo. Y Dios ha de apartar su ira santa de ti, porque no sólo es por un momento, sino por amor a la vida preciosa y sumamente sagrada de su Hijo amado: la sangre viva de su Jesucristo, hoy en día y por los siglos de los siglos, ¡el único Santo posible de Israel y de la humanidad entera! Ahora, si sufres por el pecado, entonces ha de ser por la noche oscura de tu vida, en tus momentos de dolor, por haberte hecho el mal tu mismo, o por habérselo hecho a algún inocente, por ejemplo, ya sea por intención propia o por error circunstancial. Pero Dios es bueno para contigo y no te pagara jamás según el mal de ninguno de tus muchos pecados, en esta vida ni en la venidera, tampoco, sino que su amor y su favor infinito estarán por siempre a tu lado, para protegerte así como ha protegido a los ángeles del mal de Lucifer, por ejemplo. Entonces nuestro Dios te perdona tu mal, "apartando / alejando tu vida sobrenaturalmente" de su ira infinita, con tan sólo que invoques su nombre sagrado de su Hijo con tus labios y así siempre creas en tu corazón en su obra mayor de su vida mesiánica, llevada acabo en la tierra de Israel, para el bien de muchos. Porque el Señor Jesucristo ha descendido del cielo para nacer y vivir tu vida celestial y terrenal, también, en el perfecto amor y favor de Dios, aunque no lo creas posible así. (Pues créetelo, porque nuestro Dios es un Dios de milagros, de maravillas y de grandes prodigios, en el cielo y en toda la tierra, también, en tu vida y en la vida de cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, sin jamás hacer excepción de ninguna persona por ninguna razón.) Y el Señor Jesucristo ha hecho éste gran bien por ti, para bendecirte grandemente y eternamente con los poderes sobrenaturales de sus dones celestiales, de su Espíritu Santo y de su gracia salvadora, para que siempre veas la vida eterna, desde hoy mismo y para la eternidad venidera. Porque la vida perfecta, en la cual Jesucristo nació en Israel, la nació por ti y por cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, comenzando con Adán, por ejemplo, para cumplir la Ley y la más sublime voluntad de Dios, en tu corazón y en tu alma viviente, para que entonces puedas vivir, sin jamás morir. Por esta razón, Dios mismo ha manifestado su favor infinito en ti, dándote la vida misma de su Árbol de vida eterna, su Hijo amado, el Señor Jesucristo, para que jamás te falte vida, como le falto a Adán, en su día de pecado, sino que la tengas en abundancia, hoy en día y por siempre en la eternidad venidera. Es decir, también, que Jesucristo te ha dado de su vida infinita, la cual "echa a andar en Israel", para que en sus últimos días de su vida, entonces sólo Él entregarse a sí mismo por ti, a tu vida pecadora y a tu muerte, para que jamás veas la muerte, sino sólo su vida sagrada en ti, para siempre. Además, el Señor Jesucristo ha hecho esto no sólo por ti, sino por todos los que aman a nuestro Padre Celestial que está en los cielos, no para mancharse de tu pecado o de tu mal eterno, sino por mayores razones que estas. Fue para entonces, en días como hoy, por ejemplo, limpiarte de todo poder de las profundas tinieblas del más allá y así jamás vuelvas a sufrir los poderes terribles de su ira destructora, en tu vida terrenal y en tu vida eterna, como Lucifer y sus secuaces sufren día y noche en el bajo mundo del infierno, por ejemplo. Por lo tanto, has de vivir por siempre "gozando" día y noche de los privilegios infinitos del favor de Dios y de sus más ricas bendiciones espirituales y terrenales, solamente posibles en tu vida, si el Señor Jesucristo vive en ti, desde hoy mismo y por siempre, y hasta que regreses al paraíso, a quedarte para siempre con Él. Porque para los ángeles caídos, como Lucifer, por ejemplo, ya no hay esperanza alguna, ni menos amor o privilegios eternos del favor de Dios para ninguno de ellos, en la tierra ni menos en el cielo, para siempre, en toda la eternidad venidera, sino sólo dolor y destrucción infinita en el lago de fuego por haber vivido sus vidas pecadoras. En realidad, los ángeles caídos ya no tienen perdón de Dios ni tampoco su ira podrá apartarse de ellos jamás, pero no es así con el hombre de toda la tierra. Siempre y cuando, el hombre reconozca su pecado y a su salvador eterno en su corazón, el Señor Jesucristo, para que entonces la ira de Dios ya no sea para siempre en su vida, sino sólo por un corto tiempo. Y esto ha de ser en el corazón del hombre o de la mujer penitente, hasta que su pecado sea quitado de su corazón y de toda su vida, también, por los poderes sobrenaturales de la gracia infinita, de la sangre viva y del nombre sobrenatural de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Y como Dios te ama tanto, y te lo ha demostrado no sólo con su palabra sino con su Espíritu Viviente y sus muchos frutos sobrenaturales, por ejemplo, entregándote a su vida misma, su vida más preciada y santa de su vida gloriosa y eternamente honrada del reino de los cielos, su Árbol de vida infinita, el Señor Jesucristo. Pues lo que Dios quiso hacer con Adán y Eva, en el paraíso, lo ha estado haciendo desde siempre con cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, ofreciéndoles a que coman por siempre de su fruto del favor y de la vida eterna, su Árbol viviente, el único salvador posible de sus almas eternas. Para que en momentos como hoy, por ejemplo, él mismo y su Espíritu, entonces calmar tu dolor y lo quite de tu corazón, también, para llenarte de gozo y de felicidad eterna únicamente, para que seas siempre "feliz con Él", y así entonces le sirvas a Él, como tu único Dios, en la tierra y en el paraíso, para siempre. Porque la ira de Dios que esté en ti, la puedes muy bien remover de tu vida, en un instante de fe y de oración, invocando su nombre antiguo y sobrenatural, el cual siempre ha sido honrado por los millares, de ángeles del reino de los cielos, para que seas entonces libre de toda condena y muerte eterna, también. ¡OH DIOS SANTO!, RESPÓNDENOS A NUESTRAS ORACIONES Por eso, a nuestro Dios, debemos dirigir día y noche nuestras oraciones con nuestros ojos del alma, siempre mirando hacia el cielo y hacia su eternidad, en el nombre santo de su Hijo amado, el Señor Jesucristo, para que vivamos por siempre sólo en el tiempo de su buena voluntad, ya sea en la tierra o en el paraíso. Para que jamás, en los días venideros de nuestras nuevas vidas celestiales, en el más allá, como en el paraíso o en su nueva ciudad: La Gran Jerusalén Santa y Eterna, por ejemplo, entonces no nos vuelva a pasar lo que le sucedió a Adán y a Eva, por ejemplo, que pecaron vilmente ante Él. Y fue por esta razón, que el amor de Dios fue herido tan terriblemente, algo que jamás le había sucedido a Él, en todos los días de su vida santa, como Dios del reino de los cielos y de toda la tierra. Es más, nadie lo había herido tanto a Él, a nuestro Padre Celestial, como en el día que Adán peca delante de su presencia santa: al comer del fruto prohibido. Porque en el día que Adán comió y bebió del árbol de la ciencia del bien y del mal, para mal de su vida, entonces Dios mismo fue herido mortalmente en su corazón santo, para sangrar por la eternidad, pero sin poder morir jamás; porque nuestro Dios es eterno y no morirá nunca, por nada ni por nadie. Por lo tanto, fue nuestro Padre Celestial quien sufrió mucho por culpa de nuestros pecados, en el día que Adán y Eva pecaron gravemente al comer del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, en el paraíso, sobre su altar y sobre la cima de su roca eterna, en el cielo, por ejemplo. Y este dolor terrible del corazón y del alma viviente de nuestro Padre Celestial se traslada a la vida y al cuerpo santo y eternamente honrado de su Hijo, el Señor Jesucristo, para derramar no de su ira, sino de su vida y de su sangre viva, para que el pecador y la pecadora vivan por amor a su nombre. Porque en el día que nuestro Dios sintió dolor por nosotros, entonces esto fue realmente un golpe en su corazón santo aun con mayor fuerza y dolor, como cuando el Señor Jesucristo entregaba su vida por redimirnos a todos nosotros del poder del pecado y de su muerte, en el paraíso, en la tierra y en el infierno, por ejemplo. Porque así como nuestro Dios sufrió en el paraíso, en el día que comenzó el pecado en la vida de Adán y de sus descendientes, pues así se manifestó el dolor del SEÑOR en Jesucristo, ni más ni menos, sobre la cima de la roca eterna, colgando del madero, en las afueras de Jerusalén, en Israel, para terminar con su dolor. Por lo tanto, fue nuestro Padre Celestial quien realmente "sintió" el dolor y la agonía de nuestros pecados, de nuestras culpas y de nuestras muertes eternas, en el día que Adán le desobedeció y no comió de su fruto de vida, el Señor Jesucristo, en el epicentro del paraíso, como estaba llamado hacerlo así y lo mismo sus descendientes. Y realmente pecaron grandemente Adán y cada uno de sus descendientes eternos, comenzando con Eva, en contra de Él, despertando así su ira infinita, por efecto de las palabras mentirosas del corazón malvado, de Lucifer y de los labios de la serpiente antigua, por ejemplo, pero jamás alejo su favor del hombre a pesar del dolor profundo de su corazón. Por esto, nuestro Dios Infinito, nos ha de respóndeme siempre día y noche y sin desistir: a nuestras oraciones, a nuestras suplicas, a nuestras peticiones, a nuestras intercesiones, porque nos entiende y por amor a su gran bondad infinita, por la verdad de su única salvación celestial para todo hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, Jesucristo. Porque la única salvación que Dios conoce, para el alma viviente de la tierra, ha sido desde siempre su Árbol de vida eterna, su Hijo amado, el Señor Jesucristo, viviendo por siempre en nuestros corazones eternos, siempre libres del mal y llenos de su amor y de su favor infinito, para con cada uno de nosotros, para la eternidad venidera. Y ésta salvación perfecta de su favor eterno hacia nosotros, nuestro Dios la tuvo que "ganar" no con el oro, la plata y las muchas riquezas de las piedras preciosas de su reino celestial, sino con su vida misma, con su dolor, con su sangre de su corazón latiente, para que todo aquel que crea en él, entonces viva. Es decir, para que entonces el hombre no vea la muerte jamás, sino sólo su vida eterna, en la tierra y en el cielo, también, para siempre, para con Él y para con su Árbol de vida eterna, rodeado por siempre de sus huestes, de ángeles gloriosos del más allá, de su nuevo reino celestial. Y es precisamente, éste espíritu viviente de la sangre del Señor Jesucristo es que realmente toca tu corazón, para limpiarlo de cada una de las palabras malvadas de Lucifer, las cuales se rebelaron en contra de nuestro Dios y de su nombre salvador, su Árbol de vida eterna, el Señor Jesucristo, en el cielo y por toda la tierra, también. Y esto es verdad, desde los días de la antigüedad y hasta nuestros tiempos, por ejemplo, tal como sucede hoy en día con todo pecador y con toda pecadora, de la humanidad entera. Por lo tanto, en éste día de hoy, por ejemplo, mi estimado hermano y mi estimada hermana, nuestro Padre Celestial te limpia de todo mal eterno, de las palabras mentirosas de Lucifer, de las cuales han llegado a tu vida, por el sólo hecho de ser descendiente de Adán y de Eva, para destruirte en un día como hoy. Y así entonces dejar que tu alma se pierda para siempre en tu enfermedad personal, para que finalmente entonces caigas en tu muerte eterna, en el fuego candente del infierno, por ejemplo, de donde jamás podrás volver a ver la vida, sino sólo muerte, tormento y constante destrucción a lo que quede de tu vida antigua, en el más allá. Pero no temas por nada ni por nadie, tampoco, porque el amor y el favor infinito de nuestro Dios están contigo, desde el comienzo de todas las cosas, en el cielo y en toda tu vida, también, para que ningún mal eterno toque tu vida, si tan sólo confías en Él, por el nombre de su Jesucristo en tu corazón. Ya que, nuestro Dios y su Jesucristo tienen poderes sobrenaturales obrando, en el cielo y en la tierra, para redimir tu vida de estos males, de los cuales agobian tu corazón y tu espíritu humano, para hacerte libre de tus enfermedades y de tu muerte eterna, en la tierra y en el más allá, desde hoy mismo y por siempre. Por lo tanto, el Señor Jesucristo te limpia día y noche en los poderes sobrenaturales de su Espíritu y de su nombre santo, para que vivas y entonces cada una de tus oraciones, peticiones, ruegos e intercesiones a Dios, por ti, por los tuyos y hasta por tus amistades, entonces sean oídas y, a la vez, contestadas por Él mismo. Porque nuestro Dios desea satisfacer tu corazón, en toda verdad y en toda justicia infinita, en la tierra así como siempre lo ha hecho con cada uno de sus ángeles, en el reino de los cielos, desde los días de la antigüedad y hasta nuestros tiempos, por ejemplo. Porque el amor y el favor de nuestro Dios han sido por siempre, para con todos los que le aman a Él, sólo por medio de su fruto de vida eterna, su Cordero Escogido, su Gran Rey Mesías, El Admirable, Emmanuel, su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! Por esta razón, lo único que Dios pide de ti, para comenzar a ayudarte desde hoy mismo, es tan sólo que le seas fiel a Él, tu único Padre Celestial, en la tierra y en el paraíso, para siempre, por medio de su fruto de vida eterna, su Hijo amado, el Señor Jesucristo, y no comas mas del fruto prohibido. Porque nuestro Padre Celestial nos ha de responder cada mañana y por siempre con todos los poderes de su Espíritu y de su gran bondad infinita, para llenarnos de sus favores día y noche por amor a su verdad perfecta, de su salvación viva, su Hijo, Jesucristo, para con cada uno de nosotros, en todos los lugares de la tierra. Por eso, es muy bueno, como "en nuestros días navideños", de la llegada de nuestro salvador eterno a Israel, entonces levantemos nuestros corazones en nuestras almas vivas a nuestro Dios que está en los cielos, para que nos bendiga, con sus muchas y ricas bendiciones, de las alturas antiguas aun más altas que su reino celestial, por ejemplo. Para que nos toque y nos bendiga más y más en sus frutos de vida y de salud eterna, su Árbol Viviente, su Hijo amado, para que nuestros corazones sean por siempre llenos de él y de su justicia viva e infinita, por ejemplo. Porque el favor de Dios y de su Hijo Santo es para cada uno de nosotros, en los poderes sobrenaturales de los dones, de la vida gloriosa de su Espíritu Santo, en cada uno de nuestros corazones y en cada una de nuestras almas vivientes, también, en la tierra y en el paraíso, para miles de siglos venideros. Porque nuestro Dios no es un Dios lejano, sino cercano; por lo tanto, él nos responde día y noche y a cada hora del día cada una de nuestras oraciones, peticiones, deseos, ruegos e intercesiones a Él, por medio del nombre sagrado, el cual ama su corazón con gran amor eterno, su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo! NUESTRO SOL Y ESCUDO DE PROTECION ES NUESTRO DIOS ETERNO Porque la verdad es que "sol y escudo" ha sido por siempre nuestro Padre Celestial para con cada uno, de todos los hombres, mujeres, niños y niñas de la humanidad entera, de los que le han amado sólo a Él, en el espíritu y en la verdad infinita de su Hijo amado, el Señor Jesucristo. Porque el amor y el favor de Dios, para con cada uno de sus ángeles, hombres, mujeres, niños y niñas, de la humanidad entera, han sido desde siempre y lo seguirá siendo por la eternidad, su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo de Israel y de las naciones de toda la tierra! Por lo tanto, gracia y gloria les ha impartido a cada uno de sus fieles, amantes de su Jesucristo, para que sus corazones y sus espíritus humanos sean por siempre felices con Él, en el poder viviente de su nombre santo, en la tierra y en el reino de los cielos, también, para siempre. Así pues, no privará del bien a los que andan en integridad del espíritu de fe, de la causa justa de su Hijo, el Señor Jesucristo, en la tierra de nuestros tiempos y de los que han de venir, en los días venideros, por ejemplo, para llenarlos por siempre de su amor y de sus muchos favores celestiales y terrenales. Porque el espíritu de amor y de sus favores infinitos, cubrirá por siempre toda culpa, toda mancha del pecado y de su muerte eterna, también, en la vida de cada uno, de sus hijos e hijas de todas las familias, naciones, pueblos, reinos, linajes, razas y tribus de la humanidad entera, por ejemplo. Por lo tanto, nuestro Padre Celestial mismo ha de "protegernos por siempre", si tan sólo le somos fieles a Él, por medio del espíritu del nombre santo, de su Hijo amado, viviendo en nuestros corazones, desde hoy mismo y para la eternidad venidera de su nuevo reino celestial, como La Nueva Jerusalén Santa e Infinita del más allá. Porque sólo el nombre sagrado de su Hijo, del amor intimo y perfecto de su vida eterna, el Señor Jesucristo, tiene poderes y autoridades sobrenaturales, para bendecir el corazón y el alma viviente, de cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, así como ha bendecido por siempre a cada uno de sus ángeles eternos, del reino celestial. Porque nada hay en la tierra, ni en el cielo, que le agrade mucho a nuestro Dios, de sólo ver el nombre sagrado de su Hijo amado, totalmente honrado en el corazón de cada hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, para que entonces vivan por siempre por Él, en la eternidad venidera, de su nuevo reino venidero. Es por eso, que Él mismo se ha puesto, como "sol y escudo", para salvaguardarnos de los males, de las palabras mentirosas, de Lucifer y de sus ángeles caídos, que hayan no sólo entrado en nuestros corazones, porque somos herederos de Adán, pero de los que han de venir después también: a la vida de la tierra y del paraíso. Porque el enemigo de nuestras almas, siempre ha intentado atacarnos, de una manera u otra, día y noche, para alejarnos del favor de la verdad y de la justicia de nuestro Dios, y especialmente en los días venideros, también, mucho antes que entremos al nuevo reino de Dios, por ejemplo, ha gozar de la vida perfecta de nuestro Árbol Viviente. Puesto que, nuestro enemigo es incansable para hacer el mal y alejarnos eternamente del amor y del favor de nuestro Creador; porque la verdad es que Lucifer desea destruir a Jesucristo y a su nombre santo de nuestros corazones y de nuestras almas vivientes, también, para que jamás vivamos para nuestro Dios y Padre Celestial que está en los cielos. Por tanto, nuestro Dios jamás le ha dejar salirse con la suya, con ninguno de todos nosotros, de los que hemos creído en nuestros corazones y confesado con nuestros labios, el nombre salvador de nuestras vidas, su Hijo amado, Jesucristo. Porque sólo el Señor Jesucristo nos podrá librar por siempre de los males eternos, de Lucifer y de sus secuaces, sean ángeles caídos u hombres de gran maldad de la tierra o del más allá, también. Porque Lucifer no sólo se acerca a nuestras vidas para destruirlas con sus palabras, de gran mentira y de gran maldad infinita, sino que también se acerca con las malas obras de sus seguidores, ángeles caídos y hombres de gran pecado y de gran decepción de toda la tierra, para destruirnos, de una vez por todas y para siempre. Y la manera que Lucifer ataca al corazón y al alma preciosa de todo hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, es primeramente "destruyendo todo lo que sea del Señor Jesucristo, el amor y el favor perfecto de Dios en nuestros corazones y en nuestras vidas eternas, también". Porque sin el Señor Jesucristo en nuestras vidas, entonces nuestro Dios y su Espíritu Santo no pueden hacer nada por ninguno de nosotros, por más seres humanos o humanitarios que seamos en la tierra, con nosotros mismos y con nuestro prójimo, por ejemplo. Porque la humanidad entera del hombre, con sus riquezas y sabidurías o grandes logros en su vida, no lo podrán jamás redimir de ningún mal, en la tierra ni menos en el más allá, como en el infierno o el lago de fuego eterno, por ejemplo. Solamente el fruto de vida eterna, el cual nuestro Dios le ofreció a Adán, por ejemplo, para redimir su vida de los males venideros que podrían llegar a su vida, por medio de la palabra, de gran mentira de Lucifer, es que hoy también puede "salvaguardar" a todo hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera, si sólo creé. Entonces nuestro Dios no ha cesado jamás de entregarle / suplirle gloria y gracia a cada uno de los descendientes de Adán, para que no muera en el pecado de las palabras mentirosas de Lucifer o de los ángeles caídos, por ejemplo, sino que vivan infinitamente para Él, en la tierra y en el cielo, creyendo en sus corazones en Jesucristo. Por esta razón, nuestro Dios jamás privara de ningún bien, a ninguno de sus fieles a Él y a su nombre santo, de todos los que hayan llegado a creer en sus corazones, en la vida y en la obra sagrada de su Hijo amado, el Señor Jesucristo. Obra santa y perfecta, la cual llevo acabo sobre la cima de la roca eterna, en las afueras de Jerusalén, en Israel, nuestro Señor Jesucristo, en un día como hoy, por ejemplo, para manifestar al mundo, no tanto su dolor personal, sino el de Dios por el hombre que sintió por vez primera en el paraíso, cuando pecaba ciegamente. Y así entonces ponerle fin no sólo al pecado de Adán, sino también al de la humanidad entera. Porque nuestro Padre Celestial fue el primero quien realmente sufrió el dolor de su corazón santísimo, al ver al hombre, a Adán y a cada uno de sus descendientes, obra perfecta de sus manos santas, plagado del mal eterno y cruel del pecado y de su muerte infinita, en la tierra y en el más allá, como en el infierno. Además, éste dolor del corazón y del alma santísima de nuestro Padre Celestial por nosotros haber pecado en contra de él y de su Árbol de vida eterna, el Señor Jesucristo, no lo entendía nadie, sino sólo su Hijo Santo, el Cristo de Israel y de la humanidad entera. Por esta razón, el Señor Jesucristo nos ama con un amor eterno, único de Dios y de su Espíritu Santo, en el reino de los cielos y por toda la tierra, para jamás dejarnos ir por los caminos de maldad de la tierra y del más allá, sin haber gustado primero de su fruto de vida infinita, su Hijo, Jesucristo. Por lo tanto, sólo favores y gracia infinita han de ser de parte de nuestro Dios, para bendecir el corazón y el espíritu humano de todo hombre, mujer, niño y niña, de buena voluntad y de buena fe, en todos los rincones de la tierra, de hoy en día y de siempre, en la eternidad venidera. Efectivamente, en días navideños como hoy, por ejemplo, mi estimado hermano y mi estimado hermana, Dios mismo desea llenar tu vida de sus muchos dones de favores, para que te guarden del mal y así jamás ningún bien de su corazón y de su vida santísima te falte a ti ni a ninguno de los tuyos, también, para siempre. El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su Jesucristo es contigo. ¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre! Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en el nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, el Señor Jesucristo. LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo a la verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en tu vida de acuerdo, a la voluntad perfecta del Padre Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos termine, cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y noche entre las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber desobedecido a la ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos estos males está aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos de la presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de espíritus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos también, en la eternidad del reino de Dios. Porque en el reino de Dios su ley santa es de día en día honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus santos ángeles. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra, cada palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de bendición terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada señorío, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y celestial con todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y de la tierra santa del más allá, también, en el reino santo de Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de Israel y de las naciones! SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del reino de los cielos: PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí". SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos". TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios, porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano". CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y lo santificó". QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da". SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio". SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio". OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás". NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de tu prójimo". DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo". Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y déshazte de todos estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos, también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada una de sus muchas familias, por toda la tierra. Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras almas: ORACIÓN DEL PERDÓN Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ". Juan 14: NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR. ¡CONFÍA EN JESÚS HOY! MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE. YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY. - Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y su MUERTE. Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete): Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA. QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR. ¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____? ¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____? Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora: Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de Cristo a los demás. Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender mas de Jesús y su palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia, para ver que clase de libros está a tu disposición, para que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios. Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre. El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre Jerusalén". Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre. El libro de salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso! Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y como siempre, por la eternidad. http://www.supercadenacristiana.com/listen/player-wm.asp? playertype=wm%20%20/// http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx http://radioalerta.com El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su Jesucristo es contigo. ¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre! Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en el nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado, el Señor Jesucristo. LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo a la verdad de Dios y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en tu vida de acuerdo, a la voluntad perfecta del Padre Celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos termine, cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y noche entre las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber desobedecido a la ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos estos males está aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas los males, enfermedades y los tormentos eternos de la presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de espíritus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos también, en la eternidad del reino de Dios. Porque en el reino de Dios su ley santa es de día en día honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus santos ángeles. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra, cada palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de bendición terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada señorío, cada majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y celestial con todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y de la tierra santa del más allá, también, en el reino celestial de Dios y de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de Israel y de las naciones! SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del reino de los cielos: PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí". SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos". TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios, porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano". CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y lo santificó". QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da". SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio". SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio". OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás". NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de tu prójimo". DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo". Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y deshazte de todos estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos, también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada una de sus muchas familias, por toda la tierra. Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras almas: ORACIÓN DEL PERDÓN Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ". Juan 14: NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR. ¡CONFÍA EN JESÚS HOY! MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE. YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY. - Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y su MUERTE. Disponte a dejar el pecado (arrepiéntete): Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA. QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR. ¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____? ¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____? Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora: Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de Cristo a los demás. Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender mas de Jesús y su palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia, para ver que clase de libros está a tu disposición, para que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios. Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre. El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre Jerusalén". Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre. El libro de salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso! Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y como siempre, por la eternidad. http://www.supercadenacristiana.com/listen/player-wm.asp? playertype=wm%20%20/// http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx http://radioalerta.com |
¾\Ū¤å³¹¡G ²Ä 5514/7167 ½g | ¤W½g | ¤U½g | ¦^ÂÐ | Âà±H | Âà¶K | m H d | ªð¦^ |
Éà ¥x¤j·à¤l§q¦ò¾Ç±M¯¸ http://buddhaspace.org |